Autor: Gordon Raschig, Jefe de Gestión de la Cadena de Suministro de Snom Technology. Trabaja en Snom desde 2008. Tras varios proyectos relacionados con ventas y transporte, desarrolló una pasión por la logística, que maneja con éxito desde 2018.

La actual escasez de recursos en la que hoy estamos sumergidos, describe tanto la carestía actual de componentes como la situación en la industria de la logística y contenedores. ¿Cuál es la situación actual y por qué se considera un desafío?
Los diversos momentos críticos a nivel mundial tienen numerosas repercusiones y efectos secundarios, que continúan deteriorando severamente las cadenas de suministro globales. Desde el transporte hasta la falta de recursos y mano de obra, casi todos los sectores de la economía se están viendo afectados y lo que antes era un proceso de producción casi en tiempo real, se ha convertido en una aventura incierta, larga y tediosa.
El sector logístico no ha tenido respiro. Después de que la crisis sanitaria golpeara a China, el mundo entero le siguió. Los puertos se cerraron temporalmente, las fronteras se clausuraron e incluso se impidió que los barcos navegaran mientras que los aviones tuvieron que quedarse en tierra. Esto originó un grave desequilibrio en la distribución global de contenedores, e incluso hoy, se almacenan grandes cantidades de contenedores en algunos puertos que se necesitan con urgencia en otros lugares. Ahora vivimos un nuevo momento complejo que repercute de nuevo en las cadenas de suministros.
El shock de la oferta y la demanda
Esta prolongada congestión no solo conduce a las actuales interrupciones en las cadenas de suministro y producciones, sino también a una verdadera guerra de precios en el mercado del transporte marítimo, donde solo gana el mejor postor (o el que tiene el volumen de pedidos generalmente mayor). No obstante, y además de un incremento en el precio -el coste de enviar un contenedor se ha llegado a multiplicar por mil desde 2019 -la falta de certeza de que la carga vaya a salir en el plazo establecido del puerto de origen o las nuevas restricciones medioambientales no ayudan en este sentido.
Así es. Con la situación actual y los cambios de planes, puede suceder que el cliente no sepa con certeza, hasta el día de la salida prevista, si la mercancía se encuentra realmente en el barco o si se enviará más adelante. Además, hay otro factor que contribuye a la escasez general de buques de carga: la exigencia de reducir sus emisiones de CO2. Sin embargo, las navieras no tienen prisa por acelerar la inversión en la reconversión de los buques. A pesar del extraordinario aumento de los precios, los contenedores y los buques están siempre ocupados. El mercado acepta unos costes escandalosos para recibir la mercancía.
Todo ello, además, está provocando retrasos de al menos dos semanas, en el caso de que los camiones lleguen a hacer escala en estos puertos, y pérdidas importantes para los conductores.
Alternativas estratégicas
La ansiada relajación de la situación en términos de disponibilidad de recursos y capacidades para transportar mercancías de A a B, tardará mucho en llegar, no obstante, de todo esto se puede obtener una experiencia positiva y emprender acciones para adaptar nuestras cadenas de suministro y dominar con éxito los conflictos entre la disponibilidad y la eficiencia económica en el futuro. Por eso es necesario buscar nuevas formas de optimizar los tiempos de entrega, tanto para la exportación como para la importación, apostando por modelos alternativos, como ha sido nuestro caso, donde gracias al transporte ferroviario, junto con la combinación mar/aire, hemos asegurado el suministro de productos para empresas con plazos inferiores a un mes y sin repercutir en el coste.
En definitiva, la fiabilidad del suministro en toda la cadena de valor es el reto al que nos enfrentamos actualmente: trabajar en procesos sostenibles de cambio en la organización de las cadenas de suministro y aumentar la transparencia para los socios comerciales y partners logísticos, es la clave del éxito.