Marge Books ha publicado Sincronización y sinergia empresarial. Gestión sistémica con la teoría de las restricciones (TOC), obra escrita por Matías Birrell que propone una mirada tan lógica como inusual a la hora de gestionar las empresas. Ante la especificidad y la segmentación del trabajo que parece inundar el mundo corporativo, el autor nos insta a dar un paso atrás, y a entender las empresas no como una suma de particularidades sino como un conjunto vivo y dinámico.
Desde que Henry Ford revolucionó el mundo de la manufactura con su segmentación del trabajo, la especificidad en las tareas ha ido en aumento, sobre todo en los países industrializados. Solo hace falta ver el grado de concreción de las carreras universitarias o los masters con los que contamos hoy en día: hay una alta especialización en todos los sectores, y se ha instaurado la máxima de que, para ser eficiente, el trabajo tiene que ser autónomo, desarrollarse en paralelo y funcionar de manera simultánea.
Sin lugar a dudas, la segmentación del trabajo permitió la optimización de infinidad de procesos durante los últimos cien años, desde las cadenas de montaje hasta los trabajos de mantenimiento. Pero en un mundo tan interconectado y dinámico como el actual, se hace difícil mantener esas lógicas estancas. Porque con el paso de los años, cada vez se está haciendo más necesario entender los procesos productivos de una manera global y sistémica. Y plantearlos, en lugar de como una suma de partes, como un conglomerado constantemente entrelazado, donde los vínculos, la comunicación y la sinergia entre actores son elementos más importantes que los propios actores.
En este libro, Matías Birrell actualiza la teoría de sistemas, planteada desde el MIT durante las últimas décadas del siglo pasado, y la integra con la teoría de las restricciones (TOC) de Goldratt, para aplicar sus conclusiones a las empresas del siglo XXI. Su propuesta se opone al axioma de que hay que segmentar una empresa para poder gobernarla y nos anima a entender que una mirada global permite un grado de sincronización que no persigue optimizar procesos concretos, sino fomentar una cultura colaborativa y sinérgica que constituye los pilares de un modelo empresarial cibernético; donde todo está interconectado y aceptemos, de una vez por todas, que las partes son inevitablemente interdependientes del sistema. Y solo de esa manera, podremos dejar de estar anclados en el pasado para imaginar las empresas del futuro.